La Ciudad de los muchachos Agarimo acoge el nuevo Centro de Urgencias creado con ocasión del decreto del estado de alarma

El día 3 de abril se inició en la ciudad de los Muchachos de Agarimo un centro de urgencias para atender nuevos casos de protección de menores durante el periodo del estado de alarma. La dificultad de los centros existentes para poder realizar con las medidas de seguridad nuevos ingresos está en la raíz de este nuevo servicio.

Desde la Consellería de Política Social de la Xunta, a través de la Dirección general de Menores, Familia y Dinamización Demográfica solicitó a los Religiosos Terciarios Capuchinos que realizaran el servicio de Urgencias para nuevos casos durante este periodo aprovechando el inmueble que se había reformado en meses anteriores con intención de poder recuperar en Agarimo una residencia de menores.

La visita de la Directora Xeral, unas fechas antes del inicio del estado de alarma y la comprobación del buen estado de las instalaciones fue el resorte necesario para que nos solicitaran este servicio en este momento tan complicado para toda la red residencial de menores.

Pese a las dificultades que puede suponer la creación en tan poco tiempo de un recurso residencial de urgencias, nuestro compromiso ha sido unánime, tanto religiosos como trabajadores del centro hemos comprendido que debíamos poner al servicio de los menores en situación de desprotección, y más en estos momentos de mayor dificultad todos nuestros recursos y nuestro trabajo.

Los educadores del centro de Día han dado una respuesta generosa y comprometida siguiendo visitando y acompañando a los 23 menores de nuestro centro que se había cerrado presencialmente con el decreto de estado de alarma y sacando adelante este nuevo proyecto.

Dicho centro permite la acogida residencial de los nuevos casos que surgen de desamparo o desprotección cumpliendo el protocolo que las autoridades sanitarias determinan. En la primera planta se establece el periodo de aislamiento necesario habilitando cuatro grandes habitaciones con baño y una amplia zona común. En ella los educadores atienden las necesidades de los y las menores, ofreciéndoles con las medidas de prevención y seguridad necesarias la calidez del acompañamiento.

Posteriormente y tras los catorce días establecidos pasan a la segunda planta donde conviven en un régimen “normalizado” y donde pueden compartir espacios y actividades.

En los tres meses de funcionamiento hemos recibido doce ingresos, nueve de ellos en el primer mes. La experiencia tanto para los y las educadoras ha significado un reto y una ocasión de superación y creemos que para los niños y niñas y adolescentes atendidos un espacio de buen cuidado y atención personalizada.

Destacamos el esfuerzo de todos por “disfrutar” de esta convivencia estrecha, pero con “distancia social”, que nos hace volver a creer en la bondad de cada ser humano más allá de las dificultades.